Películas de
Carretera y Otras Canciones
En casa tengo una bola de pelos con pulgas. A decir verdad, se la están comiendo las pulgas a la bola de pelos. La veo rodando de un lado a otro mientras se rasca donde, supongo, le deben quedar las orejas. El día que fui por ella, el dueño de la tienda de mascotas me dijo que se trataba de un perro, pero yo no estoy muy seguro. Sólo sé que se trata de una bola de pelos pulguienta a la que no le he podido encontrar los ojos ni las patas ni los dientes y que se pasa correteando en el culmen de su inmensa redondez, rodando, persiguiendo por todas partes al gato de mi padre. No sé. Hay días de días. De repente sos un hueco de aire en el eterno fluir del acueducto. Digamos que hacemos parte del torrente de las cosas. Entonces alguien cierra la llave de paso y ahí queda tu casa con grifos sedientos y unos inmensos huecos de aire tosiendo cual pedos de viejo tísico. Ustedes deben saber muy bien, con exactitud, a lo que me refiero. Un día hay agua en tu casa y al otro día no lo hay. Así de simple. Abrís la ducha y tose y tose y tose y luego te restablecen el servicio y luego la ducha sopla y sopla y sigue soplando, hasta que zuás!, agua pura y cristalina, luego aire y luego, de una vez por todas, agua.
En el Discovery mostraban a los grupos de Ubi-lalas caminando en medio del desierto. El desierto podía quedar en algún lado de Africa o de Norteamérica o de Colombia. Sólo que en Colombia no habían Ubilalas. Bueno, por lo menos no de las que salen en el Discovery. Luego entraba una voz en off y te decía que el desierto que estabamos viendo se ubicaba efectivamente en algún lado de Mozambique y que las Ubi-lalas, unas más pequeñas que las otras , eran una familia de Ubilalas debidamente constituída por Ubilala Padre, Ubilala Madre, Ubilalas hijos. Luego nos hacían un corte y nos mostraban a una Ubi-lala pequeña en primer plano a la cual le daban el nombre de Lucy y que era según Discovery, una de las Ubilalas hijas, hermana de las otras dos Ubilalas pequeñas que iban en el grupo de Ubilalas de la toma anterior. Después hacían un corte y nos mostraban al resto de la familia en una serie de cortes sucesivos, haciendo lo que hacen todas las Ubilalas del mundo, que es perseguir la carroña por el desierto y de vez en cuando cazar alguna que otra cebra. Pero se veía que eran una familia feliz. Cada miembro de la familia tenía un nombre desde antes del primer break de comerciales. Luego aparecía un plano de la luna llena alumbrando el desierto y una Ubilala caminando en contraluz. Supuestamente se trataba de Sam, el padre cabeza de familia que se había ido a cazar en medio de la noche. Sus pobres hijos estaban muertos de hambre. No habían podido comer desde hacía muchos días por aquello de lo salvaje que es la vida en el desierto. Mi ángel y yo no sabíamos por qué, pero ya empezábamos a sospechar, que toda esa cantidad de Ubilalas eran diferentes una cada vez, cada toma, cada corte. Y que nos estaban vendiendo gato por liebre. Pero no importaba. Lo disfrutábamos igual. Era preferible estar ahí, viendo la vida familiar de las Ubilalas, a estar afuera escuchándole las estupideces a los manes de la esquina que se reían como Ubilalas. Pero después se empezaban a poner descarados. A Sam se le extraviaba el camino y el resto de la familia sufría una serie de accidentes que los llevaba a la desintegración total. Cada uno de los miembros quedaban solitarios y, al final, ninguno sobrevivía sin su familia; no sin antes intentar hacerse a una familia nueva. Mi ángel me preguntó si yo no sentía el mismo olor a farsa que él. Le dije que no.
- Mierda!, si todas las Ubilalas del mundo y todos los desiertos y todas las familias de Ubilalas se parecen, son indiferenciables - dijo Mi ángel. - No importa. Es una buena historia - le dije. - Pero se supone que es un documental. Algo que no puede ser falseado. Una cosa sobre cosas de verdad.
El rollo con Tex es que no podía meterse en la cabeza que los gringos fueran unos tesos para el montaje y para vender sus ideas. Era un endemoniado incrédulo Mi ángel. Por supuesto que el papel de Max y de Lucy había sido interpretado por muchos Ubilalas diferentes en muchos desiertos diferentes a lo largo de todo el documental. Pero no era de hacer una tormenta en un vaso de agua. El cuento era creerse el cuento. El montaje era una cosa que no se veía, si no quería verse.
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